Fue consagrado el nuevo obispo auxiliar de Lomas de Zamora, Mons. Torres Carbonell
Domingo 1 Mar 2015 | 12:48 pm
Mons. Jorge Martín Torres Carbonell (Foto: Eclesia)
Lomas de Zamora (Buenos Aires) (AICA): En una solemne celebración eucarística que presidió el obispo de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Rubén Lugones SJ, en la catedral Nuestra Señora de la Paz el viernes 27 de febrero a las 19, recibió la ordenación episcopal el nuevo obispo auxiliar de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Martín Torres Carbonell, a quien el papa Francisco había designado para este ministerio el 21 de noviembre de 2014.
En una solemne celebración eucarística que presidió el obispo de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Rubén Lugones SJ, en la catedral Nuestra Señora de la Paz el viernes 27 de febrero a las 19, recibió la ordenación episcopal el nuevo obispo auxiliar de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Martín Torres Carbonell, a quien el papa Francisco había designado para este ministerio el 21 de noviembre de 2014.
Actuó como obispo consagrante principal monseñor Lugones, y obispos coconsagrantes fueron el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli; el obispo auxiliar de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Vázquez; el obispo de San Justo, monseñor Eduardo Horacio García; y el obispo auxiliar y vicario general de Buenos Aires, monseñor Joaquín Mariano Sucunza.
La misa de ordenación contó con la presencia del nuncio apostólico, monseñor Emil Paul Tscherrig, y fue concelebrada por una veintena de obispos de diversas diócesis del país, y por sacerdotes de la diócesis de Lomas de Zamora y de la arquidiócesis de Buenos Aires, ya que monseñor Torres Carbonell, hasta su nombramiento, se desempeñaba como párroco del santuario de San Cayetano, del barrio porteño de Liniers.
Obispos concelebrantes
Además de los nombrados, concelebraron e impusieron sus manos sobre la cabeza del nuevo obispo, los arzobispos Agustín Roberto Radrizzani SDB (Mercedes-Luján) y Víctor Manuel Fernández (rector de la UCA). Y los obispos Guillermo Rodríguez Melgarejo (San Martín), Rubén Oscar Frassia (Avellaneda-Lanús), Carlos José Tissera (Quilmes), Luis Teodorico Stöckler (emérito de Quilmes), Jorge Eduardo Lozano (Gualeguaychú), Enrique Eguía Seguí (auxiliar de Buenos Aires), Alejandro Daniel Giorgi (auxiliar de Buenos Aires), Ernesto Giobando SJ (auxiliar de Buenos Aires), Adolfo Armando Uriona FDP (Villa de la Concepción del Río Cuarto), Hugo Manuel Salaberry SJ (Azul), Santiago Olivera (Cruz del Eje), Gabriel Bernardo Barba (Gregorio de Laferrere), Vicente Bokalic Iglic CM (Santiago del Estero), Luis Alberto Fernández (Rafaela), Fernando Carlos Maletti (Merlo-Moreno), Oscar Vicente Ojea (San Isidro), Martín Fassi (auxiliar de San Isidro), César Daniel Fernández (Jujuy), Eduardo María Taussig (San Rafael), Ariel Edgardo Torrado Mosconi (auxiliar de Santiago del Estero) y Fernando Martín Croxatto (auxiliar de Comodoro Rivadavia).
Homilía de Mons. Lugones
“La misión de la Iglesia se plasma en el envío de Jesús a anunciar el Reino, haciéndose cargo de la compasión del hombre. Por el ministerio paternal del obispo, el Señor sigue predicando el evangelio, administrando los sacramentos de la fe a los creyentes. En el obispo, rodeado de su presbiterio, se hace presente en medio de ustedes el mismo Jesucristo, sumo y eterno sacerdote”, expresó monseñor Lugones al comienzo de su homilía.
“Querido Jorge Martín -dijo más adelante el celebrante, tras mencionar pasajes de las escrituras leídas- pediremos en la plegaria de ordenación a Dios que te hizo partícipe del Sumo Sacerdocio de Cristo, que derrame sobre ti el bálsamo de la mística unción”, una unción que, según el profeta Isaías, “tiene una finalidad: ser enviado, enviado del Señor con una misión especial: llevar la buena noticia a los pobres, vendar los corazones heridos, proclamar la liberación a los cautivos, la libertad a los prisioneros, y a proclamar un año de gracia del Señor… Todo un programa misionero con una opción preferencial por los más débiles y sufrientes”.
Seguidamente y luego de citar palabras del papa Francisco, monseñor Lugones recuerda a su nuevo obispo auxiliar que “el episcopado significa un servicio no un honor, y es necesario que el obispo, más que presidir sirva a sus hermanos”, y le pide: “Ama con amor de padre a todos, atendiendo a nuestra prioridad diocesana: salir al encuentro de los adolescentes y jóvenes que no están en nuestras comunidades, para escuchar, contener, acompañar y también anunciar la Buena Noticia”. “Corregí con paciencia y deseo de enseñar -agregó-, recordá la misericordia que el Señor ha tenido con vos y tratá de ser siempre misericordioso y cercano, sé firme pero no rígido, poné límite pero sin herir. Recordá que encontrarás los rostros de hermanos, que vagan como ovejas sin pastor… Imitá a Jesús Buen Pastor, que hace pastores a sus discípulos, para devolver la dignidad de pueblo a los dispersos”.
Tras reflexionar sobre la necesidad de vocaciones, el obispo consagrante expresó: “Te consagramos al servicio de la Iglesia católica, reunida con el vínculo del amor, de modo que no dejes de tener preocupación por todas las iglesias y no olvides socorrer con generosidad a las iglesias más necesitadas de ayuda.
“Que siempre tengas tiempo para bendecir a tu pueblo, que no existan apuros, cuando incluso inoportunamente, alguien te robe la bendición; obrá con paciencia y cercanía, porque al bendecir das algo de vos mismo que alivia, consuela y anima a los pequeños del Reino.
“Recordá que has sido tomado de entre los hombres y puesto al servicio de los hombres en las cosas que se refieren a Dios. Hoy te habilitamos con la consagración, para que vos consagres pastores de tu pueblo y para el pueblo de Dios. Te deseamos una fecunda descendencia.
“Nosotros los obispos presentes, representando la colegialidad, por la imposición de las manos, te agregaremos a nuestro orden episcopal. Ustedes querido pueblo de Dios: Hónrenlo como ministro de Cristo y dispensador de los misterios de Dios. A él se le confía dar testimonio de la verdad del Evangelio y el ministerio de la vida del Espíritu y la santidad.
Y concluyó: “Que la Virgencita de Luján a quien serviste en su santuario tantos años, siga cuidando tu fidelidad a la Iglesia. Ella “Reina de los Apóstoles” te abraza como apóstol de su Hijo, y nosotros deseamos como diócesis que María Madre y Reina de la Paz, que tuvo tanto que ver con la pacificación histórica de nuestra patria, hoy te reciba con toda su ternura y te siente en su cátedra como discípulo de Jesús, artesano del encuentro, pastor de su pueblo y constructor de la paz”.
Alocución de Mons. Torres Carbonell
“Estoy viviendo la invitación de Jesús a seguirlo otra vez; la del domingo después de la fiesta del Bautismo: “vieron donde vivía y se quedaron con Él” (Jn 1,35). Hoy doy esta respuesta aquí en Lomas, quedándome entre ustedes”, comenzó diciendo monseñor Torres Carbonell, en su alocución pronunciada antes de finalizar la celebración eucarística y luego de recorrer el templo dispensando sus primeras benediciones episcopales.
Tras dar gracias a los miembros de su familia, el nuevo obispo se refirió a su comienzo de la vocación sacerdotal: “Crecimos -expresó- en la parroquia del Socorro con la fuerte vivencia del compromiso social de la década del setenta, que nos llevó a la Villa 31, a Santiago del Estero, y luego con la luminosa primera peregrinación juvenil a Luján que nos marcó la vida a muchos de los que estamos aquí, porque nos llevó a unos al seminario y a otros a formar grandes familias”.
Se refirió después a lo que llamó “el eje de sus años juveniles, la Virgen de Luján, con la enseñanza profética del padre Tello y con la peregrinación, que sigue vigente”, todo lo cual, confesó, le enseñó a asomarse “a la fe que está en el corazón del pueblo y que creo estamos llamados a mirar y a estar cerca, desde Aparecida y Evangelii Gaudium”, sintetizado en el lema “Para acompañar los pasos del pueblo peregrino”. “Acompañar -agregó-, dándonos tiempo para otros pasos que requieren paciencia, oído atento y acompañar procesos sin avasallarlos. Eso pido seguir haciendo, lo aprendí y hoy quiero volver a hacer esta consagración”.
Tras mencionar todas las parroquias de Buenos Aires y del interior, incluyendo los santuarios de San Cayetano y Luján, “donde crecí como seminarista y luego cura”, se manifestó “un bendecido por haber crecido con los que peregrinan a estos lugares de misericordia. Donde aprendemos siempre: mirando, escuchando, recibiendo la vida que llega y pide ser bendecida”, por eso, señaló, “sigo yendo a Luján, donde está la fe de nuestro pueblo”.
“Soy un porteño en salida -expresó en otro momento de su alocución-, hoy en Lomas para lo que haga falta: visitar, acompañar, rezar juntos, tomar mate; humildemente, aquí estoy. Francisco, que me acompañó, que me ayudó a crecer como cura, hoy me llama para esta tarea junto a otros dos Jorge. Gracias monseñor (Jorge) Lugones por ordenarme y aceptarme a tu lado. Y gracias Jorge II (por monseñor Jorge Vázquez, obispo auxiliar de Lomas de Zamora). Veremos cómo la inventiva de la gente nos distingue.
Concluyó su alocución con un agradecimiento “a la Compañía de Jesús que me formó en el Colegio del Salvador; a Francisco, a nuestro obispo diocesano y a mi sobrino Fran, aquí presente, jesuita también”.+
Domingo 1 Mar 2015 | 12:48 pm
Mons. Jorge Martín Torres Carbonell (Foto: Eclesia)
Lomas de Zamora (Buenos Aires) (AICA): En una solemne celebración eucarística que presidió el obispo de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Rubén Lugones SJ, en la catedral Nuestra Señora de la Paz el viernes 27 de febrero a las 19, recibió la ordenación episcopal el nuevo obispo auxiliar de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Martín Torres Carbonell, a quien el papa Francisco había designado para este ministerio el 21 de noviembre de 2014.
En una solemne celebración eucarística que presidió el obispo de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Rubén Lugones SJ, en la catedral Nuestra Señora de la Paz el viernes 27 de febrero a las 19, recibió la ordenación episcopal el nuevo obispo auxiliar de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Martín Torres Carbonell, a quien el papa Francisco había designado para este ministerio el 21 de noviembre de 2014.
Actuó como obispo consagrante principal monseñor Lugones, y obispos coconsagrantes fueron el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli; el obispo auxiliar de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Vázquez; el obispo de San Justo, monseñor Eduardo Horacio García; y el obispo auxiliar y vicario general de Buenos Aires, monseñor Joaquín Mariano Sucunza.
La misa de ordenación contó con la presencia del nuncio apostólico, monseñor Emil Paul Tscherrig, y fue concelebrada por una veintena de obispos de diversas diócesis del país, y por sacerdotes de la diócesis de Lomas de Zamora y de la arquidiócesis de Buenos Aires, ya que monseñor Torres Carbonell, hasta su nombramiento, se desempeñaba como párroco del santuario de San Cayetano, del barrio porteño de Liniers.
Obispos concelebrantes
Además de los nombrados, concelebraron e impusieron sus manos sobre la cabeza del nuevo obispo, los arzobispos Agustín Roberto Radrizzani SDB (Mercedes-Luján) y Víctor Manuel Fernández (rector de la UCA). Y los obispos Guillermo Rodríguez Melgarejo (San Martín), Rubén Oscar Frassia (Avellaneda-Lanús), Carlos José Tissera (Quilmes), Luis Teodorico Stöckler (emérito de Quilmes), Jorge Eduardo Lozano (Gualeguaychú), Enrique Eguía Seguí (auxiliar de Buenos Aires), Alejandro Daniel Giorgi (auxiliar de Buenos Aires), Ernesto Giobando SJ (auxiliar de Buenos Aires), Adolfo Armando Uriona FDP (Villa de la Concepción del Río Cuarto), Hugo Manuel Salaberry SJ (Azul), Santiago Olivera (Cruz del Eje), Gabriel Bernardo Barba (Gregorio de Laferrere), Vicente Bokalic Iglic CM (Santiago del Estero), Luis Alberto Fernández (Rafaela), Fernando Carlos Maletti (Merlo-Moreno), Oscar Vicente Ojea (San Isidro), Martín Fassi (auxiliar de San Isidro), César Daniel Fernández (Jujuy), Eduardo María Taussig (San Rafael), Ariel Edgardo Torrado Mosconi (auxiliar de Santiago del Estero) y Fernando Martín Croxatto (auxiliar de Comodoro Rivadavia).
Homilía de Mons. Lugones
“La misión de la Iglesia se plasma en el envío de Jesús a anunciar el Reino, haciéndose cargo de la compasión del hombre. Por el ministerio paternal del obispo, el Señor sigue predicando el evangelio, administrando los sacramentos de la fe a los creyentes. En el obispo, rodeado de su presbiterio, se hace presente en medio de ustedes el mismo Jesucristo, sumo y eterno sacerdote”, expresó monseñor Lugones al comienzo de su homilía.
“Querido Jorge Martín -dijo más adelante el celebrante, tras mencionar pasajes de las escrituras leídas- pediremos en la plegaria de ordenación a Dios que te hizo partícipe del Sumo Sacerdocio de Cristo, que derrame sobre ti el bálsamo de la mística unción”, una unción que, según el profeta Isaías, “tiene una finalidad: ser enviado, enviado del Señor con una misión especial: llevar la buena noticia a los pobres, vendar los corazones heridos, proclamar la liberación a los cautivos, la libertad a los prisioneros, y a proclamar un año de gracia del Señor… Todo un programa misionero con una opción preferencial por los más débiles y sufrientes”.
Seguidamente y luego de citar palabras del papa Francisco, monseñor Lugones recuerda a su nuevo obispo auxiliar que “el episcopado significa un servicio no un honor, y es necesario que el obispo, más que presidir sirva a sus hermanos”, y le pide: “Ama con amor de padre a todos, atendiendo a nuestra prioridad diocesana: salir al encuentro de los adolescentes y jóvenes que no están en nuestras comunidades, para escuchar, contener, acompañar y también anunciar la Buena Noticia”. “Corregí con paciencia y deseo de enseñar -agregó-, recordá la misericordia que el Señor ha tenido con vos y tratá de ser siempre misericordioso y cercano, sé firme pero no rígido, poné límite pero sin herir. Recordá que encontrarás los rostros de hermanos, que vagan como ovejas sin pastor… Imitá a Jesús Buen Pastor, que hace pastores a sus discípulos, para devolver la dignidad de pueblo a los dispersos”.
Tras reflexionar sobre la necesidad de vocaciones, el obispo consagrante expresó: “Te consagramos al servicio de la Iglesia católica, reunida con el vínculo del amor, de modo que no dejes de tener preocupación por todas las iglesias y no olvides socorrer con generosidad a las iglesias más necesitadas de ayuda.
“Que siempre tengas tiempo para bendecir a tu pueblo, que no existan apuros, cuando incluso inoportunamente, alguien te robe la bendición; obrá con paciencia y cercanía, porque al bendecir das algo de vos mismo que alivia, consuela y anima a los pequeños del Reino.
“Recordá que has sido tomado de entre los hombres y puesto al servicio de los hombres en las cosas que se refieren a Dios. Hoy te habilitamos con la consagración, para que vos consagres pastores de tu pueblo y para el pueblo de Dios. Te deseamos una fecunda descendencia.
“Nosotros los obispos presentes, representando la colegialidad, por la imposición de las manos, te agregaremos a nuestro orden episcopal. Ustedes querido pueblo de Dios: Hónrenlo como ministro de Cristo y dispensador de los misterios de Dios. A él se le confía dar testimonio de la verdad del Evangelio y el ministerio de la vida del Espíritu y la santidad.
Y concluyó: “Que la Virgencita de Luján a quien serviste en su santuario tantos años, siga cuidando tu fidelidad a la Iglesia. Ella “Reina de los Apóstoles” te abraza como apóstol de su Hijo, y nosotros deseamos como diócesis que María Madre y Reina de la Paz, que tuvo tanto que ver con la pacificación histórica de nuestra patria, hoy te reciba con toda su ternura y te siente en su cátedra como discípulo de Jesús, artesano del encuentro, pastor de su pueblo y constructor de la paz”.
Alocución de Mons. Torres Carbonell
“Estoy viviendo la invitación de Jesús a seguirlo otra vez; la del domingo después de la fiesta del Bautismo: “vieron donde vivía y se quedaron con Él” (Jn 1,35). Hoy doy esta respuesta aquí en Lomas, quedándome entre ustedes”, comenzó diciendo monseñor Torres Carbonell, en su alocución pronunciada antes de finalizar la celebración eucarística y luego de recorrer el templo dispensando sus primeras benediciones episcopales.
Tras dar gracias a los miembros de su familia, el nuevo obispo se refirió a su comienzo de la vocación sacerdotal: “Crecimos -expresó- en la parroquia del Socorro con la fuerte vivencia del compromiso social de la década del setenta, que nos llevó a la Villa 31, a Santiago del Estero, y luego con la luminosa primera peregrinación juvenil a Luján que nos marcó la vida a muchos de los que estamos aquí, porque nos llevó a unos al seminario y a otros a formar grandes familias”.
Se refirió después a lo que llamó “el eje de sus años juveniles, la Virgen de Luján, con la enseñanza profética del padre Tello y con la peregrinación, que sigue vigente”, todo lo cual, confesó, le enseñó a asomarse “a la fe que está en el corazón del pueblo y que creo estamos llamados a mirar y a estar cerca, desde Aparecida y Evangelii Gaudium”, sintetizado en el lema “Para acompañar los pasos del pueblo peregrino”. “Acompañar -agregó-, dándonos tiempo para otros pasos que requieren paciencia, oído atento y acompañar procesos sin avasallarlos. Eso pido seguir haciendo, lo aprendí y hoy quiero volver a hacer esta consagración”.
Tras mencionar todas las parroquias de Buenos Aires y del interior, incluyendo los santuarios de San Cayetano y Luján, “donde crecí como seminarista y luego cura”, se manifestó “un bendecido por haber crecido con los que peregrinan a estos lugares de misericordia. Donde aprendemos siempre: mirando, escuchando, recibiendo la vida que llega y pide ser bendecida”, por eso, señaló, “sigo yendo a Luján, donde está la fe de nuestro pueblo”.
“Soy un porteño en salida -expresó en otro momento de su alocución-, hoy en Lomas para lo que haga falta: visitar, acompañar, rezar juntos, tomar mate; humildemente, aquí estoy. Francisco, que me acompañó, que me ayudó a crecer como cura, hoy me llama para esta tarea junto a otros dos Jorge. Gracias monseñor (Jorge) Lugones por ordenarme y aceptarme a tu lado. Y gracias Jorge II (por monseñor Jorge Vázquez, obispo auxiliar de Lomas de Zamora). Veremos cómo la inventiva de la gente nos distingue.
Concluyó su alocución con un agradecimiento “a la Compañía de Jesús que me formó en el Colegio del Salvador; a Francisco, a nuestro obispo diocesano y a mi sobrino Fran, aquí presente, jesuita también”.+
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