Monseñor Lugones pidió “que se abran fuentes de trabajo”
En el “Día del Trabajador”, el obispo diocesano, monseñor Jorge Lugones sj., aseguró que “el trabajo es un derecho de cada persona, porque es un derecho que tiene la dignidad de la persona humana, es inherente a la dignidad de la persona humana el derecho al trabajo”, y pidió por “un trabajo que sea remunerativo, con ayuda asocial, con jubilación, porque hoy vemos también que hay trata de personas, esclavitud en el trabajo y también niños trabajando. Y nos duele mucho”.
“Hay mucha gente que quiere trabajar, pero no puede trabajar, no tiene trabajo. Por eso venimos a pedirle hoy a la Madre y a San José, que también se abran fuentes de trabajo”, expresó monseñor Lugones en la basílica de Nuestra Señora de Luján, donde la diócesis de Lomas de Zamora peregrinó el 1 de mayo, en el marco de la tradicional visita anual de la Iglesia diocesana a este santuario.
“Una gracia que quiero que pidamos”, dijo el obispo, “es para gente muy relegada, que son los hombres y mujeres que salen de la cárcel, que han cumplido una pena con la sociedad y con Dios, y no los recibe nadie para trabajar, no tienen lugar en este espacio laboral de la Argentina, pidamos por ellos también”.
Homilía de monseñor Lugones en Luján
Que la gracia y la paz de Jesucristo esté con cada uno de ustedes. Con esta alegría peregrinamos en este “Año de la Misericordia” a la casa de nuestra Madre, y en un día especial de su esposo, San José Obrero. Qué gracia tan linda, esta fiesta de familia, en que nuestra diócesis de Lomas de Zamora peregrina a este santuario.
Y la Palabra de Dios nos ilumina y nos dice que Jesús dijo a sus discípulos: “El que me ama, será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará, iremos a él y habitaremos con él”. Qué esperanza nos da esta palabra, esta Palabra de Dios que es capaz de transformar algo cada día en nuestra vida. Esta Palabra que nos invita a compartirla, como propone Francisco, cuando habla de una “Iglesia de puertas abiertas y en salida”.
Qué importante para nosotros recordar las palabras de Jesús que nos dice: “Echen, naveguen mar adentro y echen las redes”, y para nosotros la red es la misión permanente, “Reflexión Evangélica Domiciliaria”, la Palabra llevada a las casas, como hacían los discípulos en el libro de los Hechos, capítulo 5, que decía que los apóstoles compartían la Palabra, partían el pan por las casas y enseñaban la Palabra.
Hoy el evangelio de Juan nos dice que esta Palabra que Jesús nos da es del Padre y está inspirada por el Espíritu. Miren qué generoso tesoro llevamos nosotros, dirá Pablo “en vasos de barro”, al llevar el evangelio a nuestros hermanos. Por eso el Papa habla de “la alegría del evangelio”, porque el evangelio no solo es capaz de transformar sino que es salud de nuestra vida espiritual, física, corporal y mental.
Y en este día especial, Jesús nos habla que nos dará el Espíritu Santo: cuando flaqueamos, cuando nos falten fuerzas, cuando no nos animemos, Jesús nos dice: “Les dejo el Paráclito, el Espíritu Santo, que les recordará todo y les enseñará todo lo que yo les he dicho”.
Esta gracia del Espíritu Santo, que también hoy Jesús nos regala junto a un don, que es el don de la paz: en una cultura de violencia que vivimos, en una cultura de intolerancia, Jesús nos dice: “Yo les voy a dar la paz, no como la da el mundo”; esta paz la tenemos que pedir, no solo para nuestras familias, no solo para la paz social de nuestra patria, sino para el mundo en conflicto, una paz que es don de Dios, que regala Dios, pero también es fruto del amor al prójimo y de la justicia.
Y en este marco de fiesta recordamos al patrono de los trabajadores, a San José, que enseñó a Jesús a trabajar con sus manos; San José, el hombre que le puso el hombro a Dios, aceptó la voluntad de Dios y trabajó cada día. Por eso sabemos que el trabajo es un derecho de cada persona, porque es un derecho que tiene la dignidad de la persona humana, es inherente a la dignidad de la persona humana el derecho al trabajo, un trabajo que sea remunerativo, con ayuda asocial, con jubilación, porque hoy vemos también que hay trata de personas, esclavitud en el trabajo y también niños trabajando. Y nos duele mucho. Hay mucha gente que quiere trabajar, pero no puede trabajar, no tiene trabajo. Venimos a pedirle hoy a la Madre y a San José, que también se abran fuentes de trabajo; y venimos a la casa de la Madre, esta Madre de Luján que siempre nos recibe, y en un año especial, en que sabemos que quien cuidó siempre a la virgencita, el “Negro” Manuel, que acompañó a la Virgen, que tenia siempre esa lámpara de aceite encendida, figura de la Resurrección de Cristo, de la luz de Jesús, el “Negro” Manuel, si Dios quiere está en proceso de beatificación, asi que queremos pedirle con él, a la Virgen, por todas las necesidades que traemos; y una gracia que quiero que pidamos es para gente muy relegada, que son los hombres y mujeres que salen de la cárcel, que han cumplido una pena con la sociedad y con Dios, y no los recibe nadie para trabajar, no tienen lugar en este espacio laboral de la Argentina, pidamos por ellos también.
Y recemos a la Virgen que nos ayude siempre a vivir esta presencia de Dios entre nosotros desde su Palabra, y desde esta Palabra, animarnos a llevarla a otros. Venimos a la Virgen porque la Virgen siempre nos lleva a Jesús, la Virgen siempre nos lleva a Jesús, por eso los invito a rezar la oración del “Negro” Manuel: “Soy de la Virgen nomás”. Y la Virgen siempre nos va a llevar a Jesús.-
En el “Día del Trabajador”, el obispo diocesano, monseñor Jorge Lugones sj., aseguró que “el trabajo es un derecho de cada persona, porque es un derecho que tiene la dignidad de la persona humana, es inherente a la dignidad de la persona humana el derecho al trabajo”, y pidió por “un trabajo que sea remunerativo, con ayuda asocial, con jubilación, porque hoy vemos también que hay trata de personas, esclavitud en el trabajo y también niños trabajando. Y nos duele mucho”.
“Hay mucha gente que quiere trabajar, pero no puede trabajar, no tiene trabajo. Por eso venimos a pedirle hoy a la Madre y a San José, que también se abran fuentes de trabajo”, expresó monseñor Lugones en la basílica de Nuestra Señora de Luján, donde la diócesis de Lomas de Zamora peregrinó el 1 de mayo, en el marco de la tradicional visita anual de la Iglesia diocesana a este santuario.
“Una gracia que quiero que pidamos”, dijo el obispo, “es para gente muy relegada, que son los hombres y mujeres que salen de la cárcel, que han cumplido una pena con la sociedad y con Dios, y no los recibe nadie para trabajar, no tienen lugar en este espacio laboral de la Argentina, pidamos por ellos también”.
Homilía de monseñor Lugones en Luján
Que la gracia y la paz de Jesucristo esté con cada uno de ustedes. Con esta alegría peregrinamos en este “Año de la Misericordia” a la casa de nuestra Madre, y en un día especial de su esposo, San José Obrero. Qué gracia tan linda, esta fiesta de familia, en que nuestra diócesis de Lomas de Zamora peregrina a este santuario.
Y la Palabra de Dios nos ilumina y nos dice que Jesús dijo a sus discípulos: “El que me ama, será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará, iremos a él y habitaremos con él”. Qué esperanza nos da esta palabra, esta Palabra de Dios que es capaz de transformar algo cada día en nuestra vida. Esta Palabra que nos invita a compartirla, como propone Francisco, cuando habla de una “Iglesia de puertas abiertas y en salida”.
Qué importante para nosotros recordar las palabras de Jesús que nos dice: “Echen, naveguen mar adentro y echen las redes”, y para nosotros la red es la misión permanente, “Reflexión Evangélica Domiciliaria”, la Palabra llevada a las casas, como hacían los discípulos en el libro de los Hechos, capítulo 5, que decía que los apóstoles compartían la Palabra, partían el pan por las casas y enseñaban la Palabra.
Hoy el evangelio de Juan nos dice que esta Palabra que Jesús nos da es del Padre y está inspirada por el Espíritu. Miren qué generoso tesoro llevamos nosotros, dirá Pablo “en vasos de barro”, al llevar el evangelio a nuestros hermanos. Por eso el Papa habla de “la alegría del evangelio”, porque el evangelio no solo es capaz de transformar sino que es salud de nuestra vida espiritual, física, corporal y mental.
Y en este día especial, Jesús nos habla que nos dará el Espíritu Santo: cuando flaqueamos, cuando nos falten fuerzas, cuando no nos animemos, Jesús nos dice: “Les dejo el Paráclito, el Espíritu Santo, que les recordará todo y les enseñará todo lo que yo les he dicho”.
Esta gracia del Espíritu Santo, que también hoy Jesús nos regala junto a un don, que es el don de la paz: en una cultura de violencia que vivimos, en una cultura de intolerancia, Jesús nos dice: “Yo les voy a dar la paz, no como la da el mundo”; esta paz la tenemos que pedir, no solo para nuestras familias, no solo para la paz social de nuestra patria, sino para el mundo en conflicto, una paz que es don de Dios, que regala Dios, pero también es fruto del amor al prójimo y de la justicia.
Y en este marco de fiesta recordamos al patrono de los trabajadores, a San José, que enseñó a Jesús a trabajar con sus manos; San José, el hombre que le puso el hombro a Dios, aceptó la voluntad de Dios y trabajó cada día. Por eso sabemos que el trabajo es un derecho de cada persona, porque es un derecho que tiene la dignidad de la persona humana, es inherente a la dignidad de la persona humana el derecho al trabajo, un trabajo que sea remunerativo, con ayuda asocial, con jubilación, porque hoy vemos también que hay trata de personas, esclavitud en el trabajo y también niños trabajando. Y nos duele mucho. Hay mucha gente que quiere trabajar, pero no puede trabajar, no tiene trabajo. Venimos a pedirle hoy a la Madre y a San José, que también se abran fuentes de trabajo; y venimos a la casa de la Madre, esta Madre de Luján que siempre nos recibe, y en un año especial, en que sabemos que quien cuidó siempre a la virgencita, el “Negro” Manuel, que acompañó a la Virgen, que tenia siempre esa lámpara de aceite encendida, figura de la Resurrección de Cristo, de la luz de Jesús, el “Negro” Manuel, si Dios quiere está en proceso de beatificación, asi que queremos pedirle con él, a la Virgen, por todas las necesidades que traemos; y una gracia que quiero que pidamos es para gente muy relegada, que son los hombres y mujeres que salen de la cárcel, que han cumplido una pena con la sociedad y con Dios, y no los recibe nadie para trabajar, no tienen lugar en este espacio laboral de la Argentina, pidamos por ellos también.
Y recemos a la Virgen que nos ayude siempre a vivir esta presencia de Dios entre nosotros desde su Palabra, y desde esta Palabra, animarnos a llevarla a otros. Venimos a la Virgen porque la Virgen siempre nos lleva a Jesús, la Virgen siempre nos lleva a Jesús, por eso los invito a rezar la oración del “Negro” Manuel: “Soy de la Virgen nomás”. Y la Virgen siempre nos va a llevar a Jesús.-
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