En el día de la lucha contra las adicciones, el obispo pidió que en la Catequesis con adolescentes se hable y se forme en el tema
En el día de la lucha contra las adicciones, el obispo pidió que en la Catequesis con adolescentes se hable y se forme en el tema
En el “Día internacional de la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas”, el obispo diocesano, monseñor Jorge Lugones SJ, presidió esta noche una misa en la parroquia San Francisco de Paula (Ing. Budge), donde aseguró que “necesitamos educación sobre el tema en las escuelas y en la catequesis”, especialmente de adolescentes, “donde podamos compartir, debatir y formar sobre las adicciones, ser agentes multiplicadores de la prevención, porque los chicos y chicas también pueden prevenir a otros, y ayudarlos a no caer en este flagelo”.
“Necesitamos educación en las escuelas y en la catequesis, y hablar del tema”, dijo monseñor Lugones; “cuando decimos que en la catequesis tenemos que hablar de la Doctrina Social de la Iglesia, la DSI habla del evangelio y de situaciones humanas; si la Iglesia es experta en humanidad, no puede no tratar los problemas humanos”.
Advirtió también el obispo sobre la adicción al juego on line, “otra adicción más, en vez de fomentar las cosas buenas, fomentamos lo que hace daño”; y la adicción al alcohol, que lleva a ver “jóvenes, chicos y chicas tirados por ahí”.
A los que venden drogas y se dedican al narcomenudeo los definió como “lobos con piel de oveja”, porque “comercian con la persona y la salud de los demás, es un negocio con los más pobres, más débiles, el adolescente que está en etapa de crecimiento y duda de todo, se siente mal, todo lo quiere ya, no sabe qué le pasa, y encima tiene problemas en la casa, en la escuela y en el barrio, entonces va a la salida fácil”.
La misa -organizada por la Pastoral de Adicciones y concelebrada por su delegado, el pbro. Osvaldo Mouriño, y el párroco Waldo Britez- se ofició en la parroquia San Francisco de Paula porque allí, en un predio contiguo, funciona la “Casa Amiga” bajo el mismo nombre, donde funciona un CPA (Centro Provincial de Atención en Salud Mental y Adicciones) que recibe a personas con problemas de adicciones, brinda atención profesional, trabaja con las familias y acompaña espiritualmente a quienes viven este flagelo.
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