Cabo Principal Apoyo General Lorena Soledad Ávalos de Adrogué y Punta Alta, Buenos Aires
“La Armada me enseñó el compromiso, la lealtad y el amor en lo que hago”
21.07.2020.
En el Día del Peluquero de la Armada Argentina, la Cabo Principal Apoyo General Lorena Soledad Ávalos nacida en el Partido de Almirante Brown, al sur del Gran Buenos Aires y puntaltense por adopción, nos cuenta sobre su especialidad y su profunda vocación naval.
PUERTO BELGRANO – Tijeras en mano, la Cabo Principal Apoyo General Peluquera Lorena Soledad Ávalos, se desenvuelve con seguridad. Mira con detalle el corte que realiza en la peluquería del Comando de la Flota de Mar, su actual destino en la Base Naval Puerto Belgrano. Hoy es su día: el Día del Peluquero de la Armada Argentina.
Lorena nació hace 36 años en la ciudad bonaerense de Adrogué y a los 5 se mudó a Punta Alta con su mamá, localidad al sur de la provincia de Buenos Aires, donde viven desde entonces.
Ingresó a la Escuela de Suboficiales de la Armada Argentina en febrero del 2007 con 24 años. Allí comenzó a transitar por la especialidad Apoyo General Peluquera que la llevó en sus años de carrera por diferentes destinos, a navegar por el Mar Argentino y por aguas internacionales también, en el marco del operativo UNITAS 2019 a bordo del destructor ARA “Almirante Brown”.
La joven de Adrogué y puntaltense de corazón, como todos los peluqueros de la Institución, continúa el legado de don Antonio Barone, quien un día como hoy en 1922 fue reconocido con el grado militar de Peluquero Primero. Hasta ese momento revistaba en esa especialidad como agente civil y fue el primer miembro de ese escalafón en ser militarizado.
En honor a ese hecho, el 21 de julio quedó instituido como el Día del Peluquero en la Armada. Tras los pasos de Antonio, decenas de militares han seguido su oficio, cuidando la imagen y prolijidad del cabello de los marinos en unidades y destinos, tanto en tierra como en el mar: durante las navegaciones a bordo de unidades de superficie de la Flota de Mar, en las extensas campañas antárticas, en los viajes de instrucción alrededor del mundo.
“Un día habitual para mí comienza a las 6.30 cuando me preparo para dirigirme al Comando de la Flota de Mar, donde soy auxiliar de peluquería. Luego de la formación, comienza el movimiento del personal que se va a cortar el pelo”, relata Lorena acerca de su rutina diaria.
Destaca también a sus compañeros de trabajo con quienes comparte su profesión y un excelente clima de camaradería. “Trabajo con dos personas más: el Suboficial Segundo Ariel Capdevilla y el Cabo Principal Alejandro Castaño.
Conformamos un buen equipo, nos distribuimos las tareas y de esa manera el trabajo se hace más ameno y el clima laboral es óptimo. Me ayudan y me motivan a seguir por más logros en mi carrera”, agregó.
Con vocación naval
Lorena ingresó a la Armada por una superación personal, asegura. “Encontré la motivación en mis hermanos –ya integrantes de la Institución-- al ver cómo iban avanzando con éxito en sus carreras. Entonces tomé la decisión de rendir y gracias a Dios fui pasando todas las etapas”.
No le fue fácil, porque para ese entonces tenía una hija de 4 años, quien quedó al cuidado de su mamá y sus hermanos. “Por ella, no bajé los brazos y seguí; sabía que era la mejor elección para mi vida y para la de ella. Verme egresando y luciendo el uniforme de Cabo Segundo y pertenecer a la Armada Argentina fue mi mayor logro y orgullo, como un premio para mi madre y mi hija, y sobre todo para mí, que lo pude lograr”.
Su mamá Claudia es ama de casa y su papá Ignacio, panadero. No viene de familia naval, pero tanto ella como sus tres hermanos eligieron la Armada Argentina para crecer y desarrollarse como profesionales y personas.
“Mi hermano Leonardo fue el primero en entrar a la Armada; luego lo hicieron mis hermanas Pamela y Cecilia, también hoy cabos principales como yo. No venimos de una familia naval, pero de chicos sabíamos lo que significaba la Armada”, destacó.
Hoy la acompañan en este trayecto sus 4 hijas: Lucía (17), Samira (11), Yazmín (8) e Isabella (5). “Ellas saben de qué trabajo; las llevé a conocer la base y los buques, y la Infantería de Marina, donde inicié mi carrera como Cabo Segundo”, señaló Lorena orgullosa.
Guarda entre sus mejores recuerdos, los años vividos en el Batallón de Seguridad y en la Base de Infantería de Marina Baterías, y asegura que su participación en el Ejercicio Naval Combinado UNITAS con la Armada de Brasil en el destructor “Brown”, el año pasado, marcó su carrera naval.
“Como peluquera era la primera vez que embarcaba; fue una hermosa experiencia, mis días en el mar y la convivencia con el personal a bordo”. La vivencia la enriqueció en todo sentido: “Corté el pelo navegando; también cubrí diferentes maniobras como traspaso de guía a distancia con la gente de mar; y rol en proa, cada vez que el buque amarraba o zarpaba de algún puerto brasileño”.
Punta Alta y la Armada
La Cabo Ávalos llegó muy chica a Punta Alta, lo que hace que le tenga un cariño especial. Vivió en diferentes barrios como la Nueva Bahía Blanca, Ciudad Atlántida, Albatros XIV, en el centro de la ciudad y, actualmente, vive en Albatros XV. Hizo la primaria en la Escuela N º 22 “La Rioja” y el secundario en el Colegio Nacional (Actual EES Nº 5).
Al ser mamá de 4 nenas, cuando sale de trabajar Lorena se dedica plenamente a ellas, pero eso no le impide realizar decoración de tortas, uno de sus hobbies favoritos. Lo bueno de vivir en “Punta” es la cercanía con su destino actual, ya que la ciudad está a pocos minutos del Comando de la Flota de Mar.
“Para mí la Armada es mi lugar en el mundo, es un sentimiento que no termina con llegar al hogar y sacarse el uniforme; uno es militar las 24 horas y se siente así, respetando y manteniendo esos valores que caracterizan a la gente de la Fuerza”.
Además valora “el espíritu de cuerpo y la camarería que hay en la Institución; por lo que definiría a la Armada como lo que es: una gran familia. Esta profesión me dio grandes amigas y amigos, grandes personas que me llevo en el corazón, y que me han enseñado y me siguen enseñando mucho”.
“La Armada en mi vida marcó un antes y un después, me enseñó el compromiso, la lealtad y el amor en lo que hago; es una Institución que permite desarrollarme tanto personalmente como profesionalmente”, concluyó.
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