Suboficial Primero Florencio Eduardo Romero.
“Para mí es un orgullo como cocinero servir a la Patria”.
Florencio Eduardo Romero tiene 48 años, es Suboficial Primero, de la especialidad Apoyo General con orientación en Panadería. Destinado actualmente a la Intendencia Naval Buenos Aires, en el Día del Panadero Argentino nos cuenta sobre su vida y su labor en la Armada durante casi 30 años.
Buenos Aires – Nacido en Avellaneda y criado en Florencio Varela, el Suboficial Primero Florencio Eduardo Romero comenzó sus pasos en la Armada Argentina en 1991, a los 19 años de edad, cuando junto a sus compañeros de trabajo decidieron ingresar a la Armada Argentina.
Romero cuenta: “Yo trabajaba afuera y un compañero de trabajo tenía familiares en la Armada. Un día uno de mis amigos vino y nos dijo ‘¿Qué les parece si entramos a la Armada?’ Entonces ahí comenzó mi travesía y fuimos a buscar información a la Escuela de Suboficiales”.
“Ni bien entramos a la Escuela nos daban un folleto de orientación, había carreras de un año o dos años; dentro de esas estaba el Escalafón Panadería, que es el que yo elegí.”
Cada 04 de agosto, en el Día del Panadero Argentino, Romero orgulloso destaca: “Elegí la especialidad panadero porque me encantaba, si bien no tenía noción de la panadería o la cocina, elegí esa especialidad porque me gustaba. De joven veía los canales de cocina y panadería y me gustaba todo eso, siempre quería saber cómo se hacía todo”.
Rememorando su pasado como aspirante recuerda: “Nosotros íbamos a las 5 de la madrugada y nos turnábamos un aspirante por día para colaborar con la panadería y para tener el pan listo todos los días. Después de eso empezábamos con las clases”.
Una carrera en la Armada
De esta manera, Romero empezó su camino en la Armada con el Período Selectivo Preliminar que, según cuenta, “una cosa era verlo por fuera y otra cosa era estar adentro”. Luego de un mes de intenso aprendizaje y de seguir con sus estudios, llegó el ansiado egreso y su primer destino fue la Escuela Naval Militar.
El Suboficial Primero destaca que fue el destino donde más aprendió, ya que había mucha actividad y “se aprende mucho a cocinar ahí”. Como cocinero su primera navegación fue a bordo del buque de desembarco ARA “Cabo San Antonio”, con los cadetes de la Escuela Naval que iban a hacer la Jura de la Bandera en Rosario: “Era mi primera experiencia navegando y yo ya estaba mal, aunque el agua era ‘un mar de aceite’, que así se dice cuando el agua está tranquila. Estaba medio mal por la navegación, pero aun así estaba cocinando pizzas, haciendo pan y colaborando en la cocina. Fue una muy buena experiencia”.
Asimismo, cuenta que estuvo a bordo de otros buques durante toda su carrera y que recorrió lugares que nunca pensó que iba a conocer: “Fui a la Antártida dos veces y estar ahí es hermoso. Íbamos en noviembre, que es época de deshielos, no hay noches y siempre es de día; si no tenés reloj no te das cuenta y perdés la noción del tiempo”.
Este avellanedense de nacimiento y varelense desde su niñez, fue a la Escuela de Educación Primaria Nº43 «Ismael Luis Rosselli» y vivió en el Barrio Villa Mónica en Florencio Varela. Parte de su secundario lo cursó en la Escuela N°3 “Aristóbulo del Valle”, para luego terminarlo ya en la Armada, en sus años en la Escuela de Suboficiales.
Actualmente continúa viviendo en Florencio Varela con su esposa y sus 2 hijos; y recuerda con una sonrisa que sus padres, de origen correntino, siempre estuvieron orgullosos de su decisión de hacer carrera en la Armada.
Ya con casi 30 años de servicio como cocinero en la Marina, reconoce: “Mis expectativas dentro de la Armada se fueron cumpliendo. Gracias a la Armada, tengo mi casa y a mi familia. La Armada es lo que me gusta y lo que realmente me hace bien, y eso te hace dar lo mejor dentro de tu ámbito laboral”.
Entre risas, reconoce: “Mi especialidad es el pollo arrollado, me gusta ir aprendiendo y ver para después implementar nuevas recetas. En cada destino cada cocinero tiene su propia manera de hacer la comida, lo bueno de esta carrera es que uno nunca termina de aprender en su vida”, concluye.
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